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Escuela de Arte y Psicodrama
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TALLERES DE PSICODRAMA
El grupo crea un espacio vital en el que es posible aprender de forma privilegiada. Aprendizaje y cambio siempre han estado peleando por ser objetivos alternativos de todo grupo8. Pero, ¿se puede pensar en un cambio personal, más o menos profundo, que no incluya, al menos, el aprendizaje de formas de comunicación, de nuevas formas de sentir y de pensar? Y, planteándolo de forma inversa, ¿podemos imaginar un aprendizaje cualquiera excluyendo que dé como fruto pequeños o grandes cambios personales? Los terapeutas individuales (no conductuales) se ven casi siempre voluntariamente maniatados, cuando intentan proporcionar a sus pacientes datos que les supongan un aprendizaje. No solamente eso, sino que casi todos ellos se ven obligados a renunciar al consejo como arma terapéutica, desde que han aceptado con gusto que es el paciente el que debe tomar la iniciativa, y conocen la sensibilidad extrema que tiene a injerencias en su terreno por parte de cualquier terapeuta demasiado ansioso por adelantar soluciones.

Un terapeuta individual ha de proteger su rol sin proporcionar a la persona a la que quiere ayudar ninguna experiencia nebulosa acerca de quién es cada uno en esta relación, o acerca de lo que se pretende en la relación misma. Esto le impide impartir conocimientos teóricos que en hipótesis podrían ser útiles. Los miembros de un grupo, sin embargo, pueden permitirse "explicar" en qué consiste eso de estar mal, cuáles son los pasos que han ayudado a cada uno, y lo que conviene hacer en este caso particular, desde un plano de igualdad altamente terapéutico y no comprometedor para el proceso. A numerosas personas les es necesario el hecho de aprender cognitivamente sobre el funcionamiento psíquico. Naturalmente se trata de un aprendizaje implícito, y por eso terapéuticamente eficaz y menos defensivo. La situación de igualdad que se establece entre los miembros del grupo hace que muchos consejos directos se den y se reciban sin que el terapeuta abandone su rol. Por otra parte una actividad tan estructurada como es el consejo, ayuda a que aparezcan patologías ocultas, como sería, por ejemplo, la del rechazador de todo consejo. O el mecanismo de negación. Junto al intercambio de datos, propio de toda interacción, y al consejo, existe en el grupo un aprendizaje sanador de suma importancia que es el aprendizaje de imitación. Es verdad que sería ingenuo pensar que no se da conducta imitativa en la relación de ayuda individual. Todo psicólogo que se ha formado él mismo en una relación de ayuda, sabe por experiencia propia hasta qué punto se sorprende más tarde repitiendo intervenciones, modos de hacer y de pensar de aquella persona que una vez le ayudó a él. Pero en el grupo la situación es, a este respecto, enormemente más explícita y más rica. Los participantes cuentan con una variedad grande de conductas que pueden imitar y "ensayar". De ellas unas serán abandonadas más tarde, otras serán modificadas. Todas ellas pertenecerán, como ensayos válidos, al proceso de crecimiento. No olvidemos que es A. Bandura, obviamente, el que ha tratado pacientes mostrando en su presencia, por ejemplo, como se aborda una fobia. Y lo ha logrado con éxito. El grupo no provoca conscientemente la conducta imitativa. Pero su posibilidad se da y es importante.

Somos conscientes de la dificultad que entraña el entender correctamente la palabra "aprender" en este contexto. El trabajo con grupos, que se viene llamando dinámica de grupos, nació precisamente como una forma de aprender en la que este término pasaba a querer decir algo más cercano a intuir, a vivenciar, a captar de forma inmediata y sin mucho razonamiento, pero con una luz especial. Es decir, a simbolizar adecuadamente un conocimiento penetrando todo su sentido, de forma emocional y lúcida al mismo tiempo. Algo que solamente se puede dar por medio de la experiencia y que difícilmente se da cuando transmitimos conocimientos teóricos desnudos. Aprender en este contexto es equivalente a cambiar, a crecer, o a madurar. A sanar.

[editar] Experiencias de contacto con los demásEl grupo es un lugar privilegiado en el que se pueden lograr experiencias de especial calidad en el contacto cercano con los demás, que son, por su misma naturaleza, experiencias de maduración.

La sugerencia de Maslow, de que solamente las experiencias culminantes (peak experiences) nos pueden conducir a esa unificación personal que nos convierte en personas conseguidas y totales, en comunión nosotros mismos, con los demás y con el mundo, hizo nacer, en los años sesenta, numerosos movimientos que se lanzaron a la búsqueda de oportunidades de experimentar. La droga, la carretera, la vida sin estructura, se convirtieron en tópicos y a la vez en símbolos de una búsqueda. El grupo, dentro de este ambiente, se ofreció como una oportunidad más, y sin los peligros de las demás, de lograr experiencias intensas, vivencias totalizadoras y auténticas, y, en una palabra, plenitud personal. Al cabo de los años se repetía la oferta tan temprana del inventor del Psicodrama: sucedía por fin a nivel social la "invitación a un encuentro”. La realidad es que en el grupo el otro se convierte en un alter que me altera con su presencia. Aparece como alguien distinto de mí, pero a la vez tan semejante y tan cercano a mí como para que la comparación conmigo sea posible. Pone ante mí la realidad de que se puede ser persona de otra manera a cómo yo lo soy. Me encuentro con él y a la vez me encuentro conmigo. "Dicen que el hombre no es hombre / hasta que no oye su nombre / de labios de una mujer, / puede ser" decía intuitivamente Machado. El grupo es el lugar de los otros. Ellos, como el coro griego, abren ante mí un horizonte de emociones. En ellos los sentimientos resuenan, se amplifican, cobran una extraña realidad. El fenómeno de la empatía se multiplica como en una situación de vértigo, haciéndose más real y más pregnante. Moreno usaba bellas palabras para expresar esa experiencia indefinible que proporciona el grupo: "Y cuando estés cerca yo tomaré tus ojos y los pondré en el lugar de los míos, y tú tomarás mis ojos y los pondrás en el lugar de los tuyos. Y entonces yo te miraré a ti con tus ojos y tú a mi con los míos"10. El encuentro realiza frecuentemente el paradigma de la situación empática sanadora.

En palabras de Yalom, en el lugar citado más arriba, la gran experiencia que los grupos proporcionan es el sentimiento de curación. El grupo es un lugar privilegiado en el que se puede tener la experiencia de que algunos miembros han mejorado ya, y otros están en trance de hacerlo en presencia de todos los demás participantes. El mensaje es claro: Es posible sanar. Y la consiguiente movilización de energía puede llegar a ser arrolladora. Claro que esto nos debe hacer pensar que no todos los grupos son igualmente sanadores. No lo son. Grupos con larga historia, y por tanto con larga memoria de sujetos que cambiaron para mejor, son una poderosa arma en manos de un terapeuta avezado. Tengamos en cuenta que muchas técnicas grupales que se emplean comúnmente dan enorme importancia a este factor. Citemos sin entrar en más detalles los grupos de alcohólicos anónimos, o algunos grupos de recuperación de drogodependientes, en los que la presencia de ex-alcohólicos, o de ex-drogodependientes es un elemento terapéutico básico.

[editar] El grupo: referencias más universales.Un sentimiento iatrogénico es el de unicidad en los problemas personales. Frecuentemente encontramos en la práctica clínica que los problemas psíquicos se agrandan y generan defensas a partir de la sensación del paciente de que lo que a él le pasa no le pasa a nadie más.

El grupo quita sentido de unicidad, lo desconfirma. Frecuentemente problemas muy profundos (experiencias de incesto, etc.) se perciben en el grupo como sucesos de la propia historia que al ser habladas entran en relación con "lo universal" del grupo. En la particular asociación libre que se da en el grupo, alcanzan paradójicamente una nueva facilidad de verbalización aquellos "secretos" tenidos por innombrables. Las técnicas del secreto anónimo han venido a revelar tres contenidos como principales "secretos" que bloquean campos enteros de la actividad psíquica de las personas:




Sentimientos de inadecuación.
Alienación personal.
Cuestiones de sexo - identidad sexual - homosexualidad.

Precisamente estas áreas de contenido psíquico son algunas de las que reciben del grupo mayor facilitación a la hora de ser verbalizadas. Con mucha frecuencia el grupo asocia situaciones de contenido semejante o diverso, en las que el núcleo es cualitativamente el mismo,. y que diluyen la angustia de la irrepetibilidad. Por una vez ensayar formas de abordar lo inabordable parece ser posible.

[editar] El grupo: Identificaciones positivasFrecuentemente la neurosis ha generado o tiene en su origen identificaciones falsas que mantienen a los sujetos en un inmovilismo enfermo. El grupo invita a un tipo de acción (no estamos aquí sugiriendo que el grupo provoque mecanismos defensivos de acting out) en el que es posible que se generen identificaciones positivas. La situación grupal permite que cada uno de los sujetos sea a la vez paciente y agente terapéutico. En el régimen de igualdad que impera en un grupo todos están tácitamente invitados a dar a la vez que a recibir ayuda, y por tanto a adoptar el papel de ayudador, de madre protectora, o de apoyo en la desgracia, según otros miembros del grupo, a juicio de cada uno, lo va necesitando. Con lo cual todos tienen la oportunidad de identificarse con figuras positivas de manera más real de lo que permitiría ninguna relación individual de ayuda.

Cuando se está mal, es creencia común, ayudar es la única salida para romper el círculo infernal de la enfermedad.

[editar] El moderadorEl moderador del grupo como elemento de curación: de la intervención “individual” a la intervención “grupal”.

La historia de los últimos años ha ido matizando el papel que aquel que está al frente de un grupo desempeña en el buen funcionamiento de éste. Siempre se trata de un papel decisivo como elemento de impulso a la maduración y al crecimiento. El gran elemento sanador de un grupo es la persona focal de su terapeuta.

Los años treinta y cuarenta supusieron el primer florecimiento de la terapia de grupo. El terapeuta, bajo la influencia todopoderosa de la de la terapia individual, pasa a desempeñar el papel de controlador de un proceso conocido. El hecho de realizar en grupo lo que, de suyo, puede ser realizado cómodamente en una situación individual, además de suponer un ahorro notable de tiempo y energías, permite realizar la labor de terapia en un clima propicio. Así el terapeuta es el creador de un clima de confianza no amenazadora: Protege al grupo de su propia irracionalidad, e incluso puede permitirse proteger a un miembro que está recibiendo un feedback poco adecuado o excesivo. Mantiene la atención fija en los datos de cada una de las personas que suceden en el presente del grupo, procurando a la vez que sea el grupo, y no él mismo, quien genere esos datos, logrando así transmitir una postura clarificadora sumamente eficaz.

Los instrumentos conceptuales no han variado enormemente, si pensamos en la terapia individual. Las dificultades que se encuentran, con sus matices, son también las esperadas:




Asociación libre: La “free floating discussion” es su equivalente. La Resistencia: Existe, pero los otros miembros “reaccionan ante las defensas y ayudan a su desmontaje”. La transferencia: Existe, pero en el grupo es múltiple. Y cambiante. La contratransferencia: Es más difícil de controlar. Hay mucha tensión emocional para el terapeuta. Especial peligro de abuso de poder. El acting out: Existe más actuación. A veces no es fácil mantener los límites claros.


Se puede decir que la relación creada en el grupo es una relación “en abanico”. Cada uno de los pacientes se relaciona principalmente con el centro evidente que es el terapeuta, y bajo su mirada permite que le afecten las presencias ajenas que le rodean, y así hagan más patentes las conductas conflictivas o constructivas.


Los años cincuenta suponen el descubrimiento de la interpretación directa, y de la relación con el grupo como con un todo. El terapeuta asciende a un silencio más suscitador de fantasías colectivas que creador de clima benévolo que disminuya las defensas. La eficacia del terapeuta, al asimilar la noción de emociones grupales, y la teoría de los objetos internos, se amplía con nuevos aspectos:

Al cohibir su espontaneidad exterior, al no interpelar directamente a las personas o a las relaciones que éstas mantienen entre sí, sino a las fantasías colectivas del grupo, ve aumentar su poder simbólico hasta cotas inimaginables. Así hace vivir al grupo el problema fundamental del poder.
Con su ambigüedad como rol de referencia, suscita que cada paciente proyecte en él vivencias muy primitivas, que podrán ser luego interpretadas. La interpretación es un arma de gran potencia, especialmente si se dirige a emociones y procesos grupales, a los conflictos más focales de esta pequeña colectividad que representa la vida en el mundo real.
Desde la neutralidad de su papel, es el gran transmisor de implacable honestidad a la hora de afrontar los procesos del grupo. Él es el responsable de que los miembros del grupos vayan distinguiendo lo que realmente viene de afuera de lo que es producto de sus “objetos internos” en las vivencias que aportan. Él pone de relieve que el material que debe ser elaborado no es sólo el que aporta la memoria, sino el que se está produciendo “aquí y ahora” en la situación de grupo. Sobre ese material se puede trabajar útilmente, porque es un material maleable, no endurecido por el paso del tiempo.

El terapeuta se relaciona con el grupo a un nivel manifiesto, y en él transmite sobre todo que “En este grupo se pueden expresar hasta los sentimientos más intensos, y de cualquier tipo”.

A un nivel más latente se relaciona con los estratos más infantiles (más regresivos) de los miembros del grupo. Estos le perciben como un ser omnipotente, paternal, del cual sería muy placentero depender. Y a la vez como alguien de quien hay que defenderse para ser uno mismo (como en la vida).

Pero más que nada "Proporciona experiencias al grupo". (No es frecuente que haga interpretaciones del nivel infantil). Tiene, obviamente, más fe en lo vivido que en la interpretado.

[editar] EvoluciónLa evolución es crucial. Es la evolución que va desde hacer terapia individual en grupo, a realizar terapia de grupo. Las publicaciones que encontramos en los últimos años ofrecen modalidades de muy diversos tipos para la terapia en situación grupal. Pero todas ellas se han visto afectadas por este movimiento pendular de lo individual a lo grupal. Bien es verdad que el que se dedica a esta actividad de forma regular, conoce bien cuáles son las tentaciones del terapeuta: Sometido a la mirada directa de ¿siete?, ¿ocho?, pares de ojos, soporta la tensión de una intensa vivencia que le toma a él por pantalla de proyecciones, que deposita en él la electrizante responsabilidad de contactar con lo común, lo focal. Ese terapeuta siente una y otra vez la llamada a la omnipotencia gratificante a corto plazo, de la interpretación individual, o a la acogedora situación del que suscita y acaricia la confidencia personal.

Un terapeuta normal conoce hasta qué punto es fácil recurrir a estereotipos aclaradores, siempre tan bien recibidos por los pacientes, que desean conocerse. Es fácil, y confortable, porque evita así la intensidad dolorosa, casi de trance, que se vive cuando un grupo afronta en el momento presente, y no en la narración, los grandes conflictos de la afectividad humana.


 
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